domingo, 19 de mayo de 2013

Castración y Esterilazacion en los Gatos

El tema de castrar o no al gato suele generar controversia. Es una decisión difícil que los dueños debemos tomar cuando elegimos compartir nuestra vida con este animal. Suele creerse que si lo castramos iremos en contra de su naturaleza (y en parte es así) y le privaremos que goce de su vida sexual. Pero lo cierto es que los animales no viven la sexualidad como las personas, para ellos el sexo es únicamente un proceso físico para reproducirse. Así que, de lo único que lo privaremos es de reproducirse.

La vida con un gato pasa por la toma de múltiples decisiones; aquellas relacionadas con su sexualidad suelen ser las que más problemas o dudas nos provocan: ¿debe criar?, ¿será mejor esterilizarlo?, ¿engordará?... Como veremos a continuación, con un poco de información, las decisiones son mucho más sencillas.

Plantearse la castración de nuestros felinos normalmente se produce cuando el comportamiento sexual empieza a provocar algún que otro problema.


En el caso de los machos, el rey de los problemas es el marcaje con orina, con una orina de un olor especial que al olfato humano resulta desagradable. ¿Las hembras?; por su parte, las gatas en celo nos “regalarán” los oídos con incesantes quejidos, maullidos lastimeros y todo tipo de posturas y frotamientos.



Ante la aparición de estas singulares manifestaciones los propietarios deciden plantearse la posibilidad de intervenir quirúrgicamente a su animal para castrarlo. Aquí comienzan las dudas.



El Celo:



Los gatos tienen una maduración sexual muy rápida. Las gatas tienen su primer celo entre los cinco y los doce meses de edad (dependiendo de la raza, el peso, la salud o la presencia de otros gatos en su territorio) y los gatos algo más tarde (dependiendo más del peso que de la edad).


El período de actividad sexual también depende de varios factores como la alimentación, la salud o la estimulación por parte de señales de otros congéneres. Pero lo más determinante es la duración de las horas de luz y la temperatura.


En Europa central la gata doméstica suele entrar en período de celo en febrero, junio y octubre. Las de raza tienen el celo generalmente en febrero y junio. No es posible determinar la fecha exacta, ya que cada raza y cada gata tienen un ciclo particular.  




Durante los días que dura el celo, la gata come menos, se mueve de un lado para otro, maúlla y frota su cabeza en objetos o personas conocidas. El día culminante del período (generalmente el tercero) la gata está más nerviosa, se contorsiona en el suelo cerca de la persona de confianza, aumenta el volumen y la frecuencia de sus maullidos (para atraer a los machos) y se lame las patas y los órganos geniales. Cuando se la acaricia, arquea su parte trasera, baja la parte delantera y patea con las patas posteriores.


Si a la gata en celo se le impide aparearse durante un tiempo prolongado puede sufrir trastornos hormonales y puede llegar a desarrollar un celopermanente (cada veinte días), un falso embarazo o incluso una piometra.


Al contrario que la gata, el macho puede tener el celo en cualquier momento, no lo tiene en períodos determinados. El gato demuestra que está encelo dejando salpicaduras de orín de un olor insoportable por toda la casa, maullando fuertemente, lamiéndose los genitales y moviéndose inquieto. El gato que no disponga de una gata en celo intentará forzar a gatas jóvenes o preñadas, incluso a gatitos macho.


La única manera de frenar estas conductas es someter al animal a una castración.

¿Pero no es necesario, incluso beneficioso, que la gata tenga una camada?

  • La respuesta es sencilla a la par que contundente: no.
  • Este comentario popular que defiende el posible beneficio o la necesidad de una camada suele ser una de las principales causas de hiperpoblación y abandonos secundarios en nuestros animales de compañía.
  • Es importante, fundamental, dejar rotundamente claro que no es necesario que nuestra gata tenga una camada, no mejora su estado físico, ni “psicológico”; por el contrario, puede ser el origen de un conflicto familiar a la hora de decidir qué se hace con los cachorros cuando no tenemos donde “colocarlos”.
¿Qué es la castración?

La castración es la extirpación quirúrgica de las glándulas genitales; los testículos en el macho (castración) y los ovarios (ovariectomía) u ovarios y útero (ovariohisterectomía) en la hembra. Cuando las hormonas sexuales ya no son producidas, las apetencias sexuales del animal quedan suprimidas y por lo tanto, también el celo y el comportamiento que éste suponía.

¿A qué edad se debe castrar a los gatos?


Si analizamos los hábitos de los países con una avanzada cultura y cuidado de las mascotas, comprobaremos que utilizan la castración precoz. 



Esto quiere decir que no es extraño que intervengan a los animales antes de los tres meses de edad; estamos convencidos de que para muchos de nosotros esta medida puede parecer exagerada o innecesaria. ¡Pero no!, entre otras razones, porque se ha comprobado que adelantar el momento de la castración a estas edades no provoca ningún problema al animal en lo que se refiere al crecimiento o al comportamiento, pero sí favorece su estado sanitario, tanto el actual como el futuro.

¿Qué es la esterilización?
  • Al contrario que la castración, la esterilización deja intactos los órganos sexuales, manteniendo el instinto sexual en los animales pero volviéndolos estériles. 
  • En esta operación no se extirpan las glándulas genitales productoras de hormonas (testículos y ovarios), solamente se cortan las vías espermáticas del gato (vasectomía) o bien los oviductos de la gata (ligadura de trompas). 
  • De esta manera las molestias del comportamiento sexual de los animales no quedan suprimidas, los gatos siguen maullando, estando nerviosos, escapándose de casa, vagabundeando y dejando restos de orín de un olor desagradable.
Qué es mejor, ¿castrar o esterilizar?

Depende de lo que queramos para nuestro gato será mejor una opción u otra. Si lo que principalmente queremos es erradicar la conducta que provoca el celo, la mejor opción es castrarlo. Si simplemente queremos que nuestra mascota no procree, sin importarnos las molestias del celo, lo más aconsejable es esterilizarla.

A pesar de que la castración es una operación sencilla, como toda intervención quirúrgica, tiene un cierto riesgo, principalmente debido al uso de los anestésicos. El día de la intervención, el animal debe llegar a quirófano sin haber comido nada durante las doce horas previas y sin haber bebido nada las seis antes. La operación en sí sólo dura unos pocos minutos en el caso de los machos y una media hora en el caso de las hembras.


A todos los machos (salvo complicaciones) y a algunas hembras se les permite marchar a casa el mismo día de la intervención. A la mayoría de las hembras se las retiene en la clínica por un período de veinticuatro horas para asegurarse la tranquilidad de la gata y las condiciones óptimas de restablecimiento. En cualquier caso, después de la operación, tanto hembras como machos deben quedarse encerrados en casa durante, al menos, cuarenta y ocho horas.

La esterilización es una intervención más complicada y de mayor coste que la castración. Como hemos apuntado anteriormente, la operación produce esterilidad en el animal pero no cesa la producción de hormonas sexuales, con lo que no se elimina el comportamiento sexual tan molesto para los propietarios.

¿Por qué castrar a mi gato?

El animal no tendrá la necesidad de salir a la calle y se ahorrará todos los peligros que ello conlleva, como las peleas, los parásitos y las infecciones (Virus de la Inmunodeficiencia Felina y Leucemia Felina).
  • Nuestra mascota no saldrá a la calle para satisfacer su instinto sexual y por lo tanto, no preñará o se quedará preñada y no será la responsable de traer al mundo a futuros gatos callejeros. Una gata puede tener de tres a cuatro camadas al año, con una media de cuatro cachorros por camada. Muchos de estos gatitos acaban viviendo en las calles en pésimas condiciones, rebuscando en cubos de basura, alcantarillas o incluso en casas particulares.
  • Se eliminan las molestias de su comportamiento sexual (los maullidos constantes y agudos de las hembras y el olor desagradable del orín de los machos). Los gatos castrados resultan ser unos animales más dóciles, cariñosos y tranquilos, y al contrario de lo que se suele creer, su comportamiento no varía en otros aspectos básicos (no pierden su instinto de caza, ni su agilidad, ni su elegancia).
  • Evita en las hembras el embarazo psicológico, la piometra y algunos tumores mamarios, y en los machos, tumores testiculares, hernias perianales, tumores de glándulas hepatoides, tumores de glándulas perianales, tumores y quistes prostáticos.
  • Aumenta la longevidad del animal.
¿Cuándo castrar a mi gato?

Al igual que otros asuntos veterinarios, éste es un tema que genera bastante polémica. Hay veterinarios que aconsejan castrar al animal en edades muy tempranas (antes de la pubertad) mientras que otros se inclinan a hacerlo después del primer celo.

Castrar al gato o gata cuando es muy joven tiene la ventaja de inhibir el comportamiento sexual antes de que se inicie. Contrariamente, hay profesionales que afirman que para evitar trastornos urinarios, no se debe castrar al gato antes de que el macho llegue a la madurez sexual (a los ocho o diez meses). En el caso de las gatas, también es recomendable llevar a cabo lacastración entre los ocho y diez meses de vida, y nunca cuando el animal se encuentre en período de celo. Aún después de haber tenido varios partos una gata puede castrarse.


No obstante, la castración se puede realizar en cualquier momento de la vida del gato o gata.


Consecuencias de castrar al gato

Dependiendo del gato y de la raza, tras la castración puede que notemos algunos cambios en nuestro compañero:
Ejercicio y peso: El gato, macho o hembra, tras la castración, tiene una cierta tendencia a aumentar de peso, llegando a padecer en muchos casos obesidad. Los cambios hormonales provocados por la extirpación de los órganos sexuales afectan en la utilización por parte del organismo de los nutrientes. 

El animal necesita un aporte calórico ligeramente menor, por lo que conviene darle menos cantidad de comida o un alimento más bajo en grasas y proporcionarle el suficiente ejercicio físico. Un animal que se alimente de forma inadecuada se engordará, operado o no.
  • Carácter: Después de una castración, el gato solamente cambia radicalmente aquellas conductas ligadas a sus hormonas. Lo que sí es posible es que al no tener el instinto de salir de casa en busca de satisfacer el celo, es normal que el animal se vuelva más dócil, cariñoso y tranquilo.
¿Engordan después de la castración?
Podemos decir que engordarán si no aplicamos las medidas necesarias para evitarlo.
El animal, macho o hembra, tras la castración, tiene una clara tendencia a aumentar de peso; los cambios hormonales provocados por la extirpación de los ovarios (hembras) o de los testículos (machos) afectan en la utilización por parte del organismo de los nutrientes. 

Es decir, parece totalmente consensuado que tras la intervención quirúrgica, a los felinos “les sienta estupendamente la comida” y tienden a engordar. Pero también es cierto que evitar esta tendencia al sobrepeso tras esta cirugía es fácil, muy fácil.

La alimentación para nuestros gatos nos ofrece alimentos para las distintas edades, distintas razas, animales que viven en el interior o en el exterior del hogar... También nos ofrece alimentos para animales castrados de distintas edades.

Estos alimentos, aparte de controlar el aumento de peso (por su reducido contenido en energía), favorecen el control de los problemas urinarios (cálculos y cristales); asimismo, favorecen el control de la placa dental y el sarro, incluso facilitan la eliminación de las bolas de pelo.

Si utilizamos estos alimentos tras la castración y fomentamos el adecuado juego del animal, podremos estar seguros de que nuestro amigo sólo recibirá aportes positivos tras la extirpación de sus gónadas.

¿Cambian su carácter después de la cirugía?

Tras múltiples estudios se puede afirmar que no existen cambios relevantes de comportamiento tras la cirugía; nos referimos a cambios “a peor”, ya que cambios “positivos” si se producen...
Un macho castrado disminuirá su interés por el vagabundeo, por acceder al exterior, si el tipo de vivienda lo permite. 

Este menor número de salidas a su vez recorta la posibilidad de lesiones por peleas con otros animales, accidentes y el contagio de múltiples enfermedades.

A su vez, un macho castrado reducirá sustancialmente su comportamiento de marcaje con orina... Decimos que reducirá porque no podemos asegurar una eficacia total, en todos los gatos castrados; lo que sí es cierto es que cuanto antes se realiza la castración (precoz) mejores resultados proporciona frente al problema del marcaje.

Por su parte, una hembra castrada precozmente reduce casi totalmente la posibilidad de padecer tumoraciones mamarias en la edad adulta y no tendrá jamás problemas ováricos ni infecciones en los cuernos uterinos (piómetra)...

El carácter del animal no cambia “a peor” con la castración; su salud se beneficia con este sencillo acto quirúrgico.


¿La operación tiene riesgos?

Como toda intervención quirúrgica, la castración tiene un cierto riesgo, principalmente debido al uso de los anestésicos.

La realidad es que estas cirugías pueden (tanto en macho como en hembras) ser considerada “rutinarias” en cualquier clínica veterinaria y que los problemas aparecidos son excepciones.

El macho sólo “sufre” un pequeño corte en la bolsa testicular que no requiere de la aplicación de puntos. A su vez, una vez que se ha despertado de la anestesia, su vida es prácticamente la misma que antes de la intervención.

En el caso de las hembras la cirugía es un poco más compleja que en el caso de los machos, pero en unos días la vida del animal retorna a la normalidad.





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